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viernes, 7 de octubre de 2011

Capítulo 5


Nöel
La menor de las gemelas se estaba estrujando nerviosamente las manos esperando que Karen volviese. A la muy oportuna le habían entrado ganas de ir al baño justo en aquel momento y la había dejado a ella sola ante aquella marabunta de gente que esperaba haciendo cola delante del Vicente Calderón para poder ver el esperado concierto de Tokio Hotel.
Aquella mañana habían paseado un poco por toda la ciudad para ver cosas que no podían dejar de visitar. Habían visto la Puerta de Alcalá, la fuente de la Cibeles, la Plaza Colón, la Gran Vía, el Palacio de los Diputados, el Rastro (N.A=Un mercadillo como los que ponen cualquier sábado en el pueblo pero en gigante, enorme), el Bernabéu, habían pasado por la Casa del Campo y habían visto desde fuera los museos Reina Sofía y el Prado.
A las tres y media, tras haber estado turisteando toda la mañana y parte del mediodía con Ilya y Alazne, se habían ido a hacer cola a las puertas del Vicente Calderón. Se habían sorprendido al ver a tanta gente haciendo cola a pesar de que faltaban cuatro horas y media para que empezara el concierto. Como todos los demás, se pusieron a la cola tras despedirse de Ilya y Alazne, prometiéndoles que nada más terminar el concierto les llamarían para que fueran a buscarlas y las llevaran directamente al hotel.
Así que, habían ido a comprarse unas cuantas revistas y un par de libros de relatos cortos para que la espera allí sentadas, porque de momento la cola no iba a avanzar y no tenían por qué esperar de pie, les resultara más amena. De vez en cuando, alguna de las dos paraba de leer y se ponía a hablar con las chicas que esperaban tanto delante como detrás de ellas.
Una de ellas, una chica rubia de ojos azules que parecía sacada de un cuento de hadas o de una caja de muñecas Barbie que respondía al nombre Ángela, les llamó la atención porque iba acompañada por dos amigas pero parecía que no estaba cómoda con ellas.
*Flashbask*
En un momento en el que las otras dos amigas de Ángela le dijeron que iban a ir un rato a un bar que había cerca de allí porque les había entrado el hambre. Entonces, Nöel se atrevió a preguntarle lo que no se sentía cómoda comentando delante de las otras dos.
-       Perdón si te parece que me entrometo mucho pero… - dudó un poco antes de continuar -… no parece que estés muy cómoda con tus amigas.
-       Tranquila, no es entrometerse ni nada – bufó Ángela -. La verdad es que no sé ni por qué me han traído aquí.
-       ¿No vienes a oír a la mejor banda del mundo? – medió se extrañó, medio bromeó Karen.
-       Por supuesto – fingió ofenderse la rubia -, pero ellas no. Compraron las entradas para el concierto porque me gustaba a mí y como estaba harta de que me dejasen tiradas les di un ultimátum y ellas se han sentido obligadas a traerme.
-       ¿Por qué, entonces, has aceptado venir? – le preguntó Nöel.
-       Porque no me había dado cuenta hasta ahora de cómo estaban las cosas – refunfuñó la chica.
*Tiempo real*
Nöel no acababa de entender por qué Ángela seguía aguantando a aquellas dos arpías, porque cuando las conoció un poco más no le cupo duda de que lo eran, si no la apreciaban y la invitaban a estar con ella.
-       ¡Ya estoy aquí! – soltó de repente Karen, cayendo al lado de Nöel de un salto, sobresaltándola.
-       ¡Qué susto! – se quejó la gemelas más pequeña mientras se miraba en reloj -. Menos mal que no has tardado casi nada, faltan dos minutos para que por fin abran las puertas.
-       ¡Sí, qué ilu! ¿Verdad? – Karen no paraba de dar saltitos como una adolescente alocada, aunque no había gran cosa que la diferenciase de una. En aquel momento, se volvió repentinamente hacia Ángela y le dio unos golpecitos en el hombro -. Nos darías tu número de móvil, así podríamos estar en contacto y alejarte de las malas influencias – le propuso cuando se hubo dado la vuelta.
-       Sí, claro – respondió la rubia alegre y se lo dio.
Justo en aquel momento abrieron las puertas del Vicente Calderón y las gemelas se miraron. Pegaron un chillido agudo y empezaron a dar botecitos agarradas de las manos, ebrias de ilusión. Las filas adelantaron rápidamente, exceptuando momentos en los que los guardias que estaban en las puertas tenían que agarrar alguna persona que intentaba colarse en el concierto.
Nöel no acababa de entender cómo podía ocurrírseles siquiera arriesgarse a entrar con la de seguridad que solía haber en actos como aquel. Pronto estuvieron delante de un gorila que arrancó la entrada de sus manos y les indicó un pasillo que se abría hacia la derecha y les devolvió las entradas con algo garabateado en ellas. Vieron una hilera de puertas que tenían números marcadas sobre ellas, pero entraron en la única que parecía estar abierta.
Volvieron a entregarle las entradas a otro hombre que guardaba aquella puerta y que tras ver el garabato que había hecho el señor de la entrada, las llevó hasta una zona vallada que quedaba prácticamente al lado del borde del escenario. Y cuál fue su sorpresa cuando allí se encontraron únicamente con tres chicas más, también ellas pelirrojas. La gemela menor cruzó una mirada extrañada con su hermana, pero ésta se encogió de hombros, feliz como una perdiz de estar tan cerca del escenario.
Casi una hora más tarde, cuando ya toda la gente que esperaba fuera hubiera entrado en el campo, las luces del escenario se encendieron y un gran griterío se elevó entre aquellas paredes redondeadas sin techo. De repente una radiante luz explotó al fondo del escenario y una plataforma se elevó y todas pudieron ver aparecer a Gustav sentado detrás de la batería mientras una voz gritaba su nombre y en las pantallas de a los lados del escenario apareció su cara en grande. Seguido, desde una escalera lateral apareció Georg saludando y lo presentaron igual que a Gustav.
Para el momento toda la gente que los había ido a ver estaba gritando con euforia y emoción, cuando de repente, Tom apareció desde el lateral contrario al de Georg, sonriendo y medio elenco femenino se desmayó, no literalmente claro. Y por fin, vieron aparecer a Bill al lado de Gustav y lo vieron saltar a la altura de los otros dos. Ya no había forma de callar los gritos que recorrían todo el estadio y sin que llegaran a acallarse, los chicos atacaron Dark side of the sun y le dieron comienzo a aquel que sería un concierto inolvidable para Karen y Nöel.

Karen

La mayor de las gemelas no podía dejar de bailar y agitarse al ritmo de la música. Cada dos por tres agarraba a su hermana por la cadera y empezaban a bailar de forma más sinuosa.
Se había olvidado de todo lo que no fuera disfrutar de la música y los músicos. No creía recordar ni cómo se llamaba. Después de la primera canción, les siguieron últimos éxitos del nuevo álbum como World behind my wall, Automatic, Humanoid, Alien, Zoom into me, Raise your hands, Human conect to human… pero no sólo tocaron canciones nuevas. Las dos gemelas estuvieron a punto de ponerse a llorar al escuchar In die nacht y Monsson.      
Entre otras muchas de las que tocaron estaban: Beichte, Hir mir fliegen, Geh, Love is dead, Don’t jump, Forgotten children, Sacred, Ready set go!, Live every second, Down on you, Attention, Reden… y muchas más.
Karen creía que estaba en el paraíso, o mejor, en un sueño dentro del paraíso. No podía creerse que por fin, tras tantos años de admirar aquella banda, pudiese estar viéndoles en directo. ¡Encima desde tan cerca!
No acababa de entender por qué las había llevado hasta allí, pero había decidido no preocuparse por ello y disfrutar de todo dando las gracias por la suerte que había tenido.
En aquel momento, le pareció ver que Bill, que en aquel momento se había acercado al borde del escenario y miraba hacia donde estaban ellas, abrió desmesuradamente los ojos cuando la miró directamente a los ojos. En aquel momento estaba tocando By your side y pareció sorprenderse al ver a la mayor de las gemelas, no falló ni una sola vez en la entonación.
-       Danke Madrid – gritó al micrófono cuando terminaron la canción y decidieron tomarse un respiro.
Se alejaron un poco a la parte de atrás del escenario y los funcionarios les dieron un poco de agua o alguna otra bebida para reponer fuerzas. Karen, aún sin creérselo se giró a su hermana y dio botecitos.
-       ¡Me ha mirado, Nono, Bill me ha mirado! – le estaba gritando con emoción.
-       Habrán sido imaginaciones tuyas – repuso su gemela -. Aquí hay un montón de gente, podría haber mirado a cualquiera.
-       Te digo que lo ha hecho – protestó la mayor.
Nöel decidió no decirle nada más, pero negó con la cabeza, divertida, creyendo que aquello le estaba afectando demasiado a su hermana.

Bill

No lo podía creer. Cuando Tom había dicho que podía ser que aquellas chicas fuesen a su concierto lo había mirado con escepticismo. Mucho más cuando le había propuesto que llevaron al cabo la idea de poner cerca a todas las pelirrojas que se presentaran en el concierto para verlas en caso de que las gemelas o una de las dos fueran.
Le parecía prácticamente imposible que la vida crease semejante coincidencia, pero una vez más, el destino le demostró que existían los improbables pero no los imposibles.     
-       Estaba allí, Tom – le dijo, todavía sin creérselo del todo.
-       ¿Quién? – preguntó su hermano medio confundido mientras se bebía una botella de agua de un trago.
-       La pelirroja de la piscina de ayer – dijo en un susurro.
-       ¿En serio? – preguntó Tom, emocionado, escupiendo el último trago de lo que había bebido -. ¿Las dos?
-       No lo sé – respondió Bill anonadado -. Me he asombrado tanto que no me he fijado ni buscado a la otra.
-       Señálamelas – le pidió asomándose desde detrás de la plataforma de Gustav, desde donde podía ver suficientemente bien a las chicas pelirrojas que habían mandado poner lo más cerca posible del escenario.
-       Mira, allí está – dijo señalándola disimuladamente. En aquel momento se dio cuenta de que estaban las dos -. Sí que están las dos.
-       ¿Deberíamos decirle a David que las retenga al final del concierto? -  dudó Tom, deseoso de conocer a aquellas dos chicas.
-       No creo que lo hiciera – respondió Bill -, pero podríamos probar – añadió al ver la cara de desilusión de su hermano y extrañándose, normalmente el sensible era él.
-       Vamos – le urgió -. Llámale, que te va a hacer más caso a ti que a mí.
-       Será porque a ti ya te conoce y confundiría tus intenciones – le retó Bill mientras marcaba el número de su manager.
-       Sí, dime Bill – le llegó la voz de éste desde el otro lado de la comunicación.
-       Han venido las chicas con las que nos encontramos ayer en el hotel de Andreas – le contó el cantante.
-       ¿En serio? – rió David -. Eso sí que es una coincidencia.
-       Queríamos saber si podrías retenerlas un poco al final del concierto para poder conocerlas – pidió Bill de un tirón.
El chico se mordió los dedos esperando la respuesta de su amigo mientras oía su respiración calmada llegar desde el altavoz del móvil. Durante medio minuto, Bill esperó a que David le respondiera y Tom a que Bill diese muestras de algo, porque se había quedado estático.
-       Veré lo que puedo hacer – suspiró al final.
-       ¡SÍ! ¡Gracias, Dave! – rió Bill colgó y se giró hacia Tom.
-       ¿Qué ha dicho? – preguntó expectante, animado por la sonrisa que recorría el rostro de su hermano.
-       Ha dicho que verá lo que puede hacer – respondió el otro.
-       Bueno… eso… - intentó fingir que no le entusiasmaba pero no lo logró - ¡es genial! ¡Guau! Voy a conocer a dos bombones.
-       Me pido el de turrón – rió Bill -. Dulce y cariñoso.
-       Yo el de licor de cereza – pidió Tom -, jugoso y picante.
En aquel momento les llegó una llamada a través de los auriculares avisándoles de que tenían que volver a la parte delantera del escenario para seguir con el concierto.
Gustav se subió de un salto a la plataforma, Tom y Georg corrieron a por su guitarra y bajo respectivamente mientras Bill se acercaba bailando al son de la música que sus compañeros había empezado a tocar. Atacaron Sacred con una gran pasión la interpretaron de forma impecable.

Nöel

La más joven de las gemelas se emocionó cuando empezaron a tocar la canción que ella tenía como tono de teléfono para cuando la llamaban sus padres, Ilya, Alazne o Karen. Porque tal y como decía el estribillo de la canción: “To me you’ll be forever sacred” (Para mí tú/vosotros siempre serás/seréis sagrad@/s).
 Pero cuando empezaron a tocar el estribillo, a la chica le dio la sensación de que Tom la miraba directamente y cuando sus miradas conectaron, le guiñó un ojo. Nöel, asombrada, no pudo evitar señalarse a sí misma de forma interrogativa, como intentando asegurarse de que le había guiñado a ella y como respuesta el guitarrista le asintió con la cabeza.
-       ¡Karen, Tom me acaba de guiñar un ojo! – le dijo exaltada.
-       ¿Seguro que no han sido imaginaciones tuyas? – preguntó mordaz, repitiendo lo que le había dicho ella antes.
-       Está bien, puede que sí te mirara a ti – aceptó Nöel -, porque Tom desde luego me ha hecho el gesto a mí, porque yo le he preguntado si era a mí y me ha respond…
-       ¡Nono, mira! – dijo Karen, fuera de sí de contento señalando a Bill.
El cantante las estaba señalando a las dos con los dedos índice y corazón (N.A.=El segundo y el de la mitad) de la mano derecha y luego se la llevó al pecho y se dio unas palmaditas encima del corazón.
Karen y Nöel se miraron la una a la otra y se giraron hacia Bill, volviéndose a señalarse para verificar que se dirigía a ellas y él se limitó a sonreírles y asentir. Las dos gemelas volvieron a mirarse y empezaron a dar saltos, ilusionadas. No cabían en sí del gozo.
-       ¡Dios mío, no has hecho gestos! – Karen se daba aire por lo sofocada que estaba -. ¡A nosotras!
-       ¡Tom me ha sonreído y guiñado un ojo! – a Nöel casi se le salían las lágrima de la ilusión.
-       Esto es…

Tom

“… imposible” pensó el guitarrista. “No puede ser que sean fans nuestras, es demasiado”. No cabía en sí del gozo que había sentido al enterarse de que su música y grupo eran de agrado de aquellas chicas, y con un poco de suerte no era eso lo único que les atraía de ellos.
Se acercó a Bill para hablar con él, y éste para disimular se puso a simular que tocaba una guitarra imaginaria al lado suyo.
-       ¡Tenemos que conocerlas! – le dijo con el micrófono de la boca apagado -. Son demasiado buenas para que sean reales.
-       Confiemos en que David pueda retenerlas un poco – suspiró su hermano mientras se separaba de él y se acercaba a su micro para seguir cantando.
Se separaron para ir otra vez cada uno por su lado y seguir con aquel espectáculo en el que ya poco más de media hora debía quedar, teniendo en cuenta que había empezado hacia las 20:45 de la noche y ya eran la 1:15 de la madrugada.
Tom siguió tocando como lo había estado haciendo hasta entonces pero no podía evitar que su vista se fuese cada dos por tres hacia las dos pelirrojas que bailoteaban y saltaban justo debajo de ellos, pasándolo bien y dándolo todo. No podía dejar de pensar en que tenía ganas de conocerlas en persona, pero a la vez algo le decía que no tuviese prisa, que pronto volverían a encontrarse de nuevo.
Sentía que algo le impulsaba hacia ellas, algo que no acababa de entender del todo y que en parte le asustaba como el demonio. ¿Cómo se pueden tener tantas ganas de conocer a alguien que viste el día anterior por primera vez? ¿Y por qué tenía esa sensación de que siempre volvería a verlas, aunque no se encontrasen durante años?
Intentó despreocuparse un poco de ello y seguir tocando, porque no quería que lo obsesionara mucho para luego llevarse un chasco. Decidió dejar de prestarles atención durante lo que quedaba de concierto y que pasara lo que tuviese que pasar. Si tenían que encontrarse al final de aquel concierto, genial, y si no, ya estaba aquel instinto dentro de él que le decía que pronto se volverían a ver.

Ángela

¿Dónde estaban esas chicas tan majas que habían estado hablando con ella en la cola mientras sus dos, si es que podía decirles amigas, no dejaban de quejarse de tener que estar allí, viendo el concierto de aquellos “impresentables”? ¿Cómo se llamaban? Karen y Nöel. Menudos nombres más raros, más normales en el norte de Europa que allí.
Pero los nombres eran lo de menos. Aquellas gemelas eran las primeras chicas que la trataban con la cercanía de un conocido y la franqueza de una amiga desde hacía mucho tiempo. Le habían caído bien enseguida. Había notado que las dos eran polos opuestos, y eso le había hecho gracia, porque se complementaban.
Había estado hablando con Nöel sobre lo mal que lo había pasado últimamente con sus amigas por el trato que le daban y por que la dejaban de lado. La gemela más joven había sabido escucharle atentamente durante lo que tardó en contarle su problema y eso había sido un gesto que Ángela había agradecido mucho porque era todo lo que necesitaba: un oído que le escuchase y una boca que quisiera hablar con ella sin echarse para atrás después de que soltara todo.
Le había hecho una gran ayuda hablar con Nöel y después había disfrutado mucho conversando con Karen sobre su gusto por aquel grupo que las tres compartían y habían intercambiado anécdotas muy divertidas, tanto de una como de las otras. Y le había encantado que le hubiese pedido el número de teléfono para que pudiesen seguir en contacto.
Pero lo que no entendía es cómo podían haber desaparecido de aquel modo. Iban detrás de ella y sus dos amigas, pero cuando se había girado para volver a hablar con ellas una vez habían entrado en el recibidor, las dos chicas ya no estaban. Había estado todo el concierto pensando en ellas y un poco distraída.
Le había encantado todo: la acústica, las luces, las pantallas de vídeo, el sonido, la fuerza que trasmitía el movimiento seguro de los chicos sobre el escenario. Pero no habían conseguido atraparla por completo como otras veces, había estado pensando mucho en sus nuevas, amigas quería creer.
Si no le llamaban ellas, seguro que no les molestaría que lo hiciese ella, que por algo habían intercambiado números. Giró una vez más la cabeza para mirar alrededor por si alcanzaba a verlas pero nada. Faltaban dos canciones más para que terminase el concierto y ella no las había vuelto a ver en toda la noche, pero estaba bastante tranquila. Estaba segura de que ellas sí que la tratarían como una amiga se merece…
-       Oye Ang – le llamó una de sus acompañantes -, ¿te importa si nos vamos ya? Es que… cómo sólo faltan dos canciones y tú ya te las conoces… pues…
-       ¡Oh! – eso fue lo único que acertó a decir. No se podía creer lo que acababa de pedirle. Ellas la habían llevado al concierto de ese Jesse McCartney y se había tenido que aguantar tres horas de concierto de un tío que actuaba en playback ¡y ahora le decían que se salieran antes! -. Yo… idos vosotras – dijo dándoles la espalda -, yo me quedo hasta el final – una parte de ella deseaba que dijeran que no, que se quedarían con ella también porque sabían que aquel concierto era importante para ella.
-       OK – le dijeron mientras empezaban a alejarse -. Te esperamos en la parada del metro.
-       Sí, hasta luego – le dijo sin volverse hacia ellas.
-       Ciao – contestaron ellas y se fueron.
No llegaron a ver que la rubia alzaba una de sus manos y se limpiaba las gotitas perladas y saladas que rodaban por sus mejillas. No alcanzaron a ver el dolor que mostraban sus ojos enrojecidos y brillantes que hacían resaltar el claro azul de los iris.
Pero la chica ya había tomado una decisión. No podía seguir quedando con personas a las que les daba igual cómo se sentía ella y cuáles eran las cosas verdaderamente importantes para ella. Llamaría a Karen y Nöel lo más pronto que pudiera. Pero por el momento, seguiría disfrutando como loca de aquel concierto. No en vano había pagado para ver al mejor grupo del mundo.

David

El manager suspiró otra vez mientras se dirigía hacia la zona vallada que estaba justo debajo del escenario, en el que estaban las dos chicas que había llamado tanto la atención de aquellos dos enamoradizos. Cuando pensaba en la cara de tontos que tenían cuando había vuelto al hotel, no podía evitar que una sonrisa aflorase a su rostro y una burbuja de risa le subiese por el pecho.
*Flashback*    
El manager del grupo estaba sentado en uno de los cómodos sillones de recepción en compañía de Georg, Gustav y el encargado de montar el concierto cuando los dos gemelos habían entrado por la puerta. Los cuatro se habían girado a saludarles al verlos llegar y entonces vieron la cara de embobados que traían los dos. Se miraron unos a otros preguntándose qué les habría trastocado de aquel modo.
-       Hola – dijo Tom y Bill se limitó a asentir con la cabeza y dejarse caer en una butaca al lado de ellos.
-       ¿Qué hay? – les preguntó Georg, curioso por las caras que traían.
-       Ángeles por toda la ciudad – comentó Bill, volando sobre una nubecilla.
-       ¿Cómo dices? – rió Gustav.
-       Hemos ido al hotel donde está Andreas – explicó encogiéndose de hombros -. Estábamos tirados en unas tumbonas al lado de la piscina y a nuestro lado había dos chicas gemelas tumbadas.
-       ¡Y qué par de gemelas! – suspiró el guitarrista.
-       ¿Qué? ¿Eran guapas? – les preguntó David, divertido.
-       ¿Guapas? – Tom alzó las cejas -. Eso es quedarse corto. Estaban como un tren.
-       Un sueño hecho realidad – sonrió Bill, perdido en sus pensamientos.
-       Con que sí ¿eh? – rió el encargado.
-       ¿No podría ser que fueran a nuestro concierto? – se le ocurrió de repente a Tom.
-       Hermanito, eso es prácticamente imposible – se quejó Bill -. Sería demasiada coincidencia.
-       Pero…
*Tiempo real*
Y así es como el guitarrista se había lanzado a proponerles su alocada idea, que seguro que ahora que había salido bien no les parecía tan alocada. Volvió a resoplar y esperó a que los últimos acordes de la última canción se dispersaran en el aire y a que Bill gritase sus últimas palabras de despedida y agradecimiento antes de desaparecer del escenario.
Los vigilantes que estaban cuidando que allí todas las cosas estuviesen en orden, empezaron a dejar que la gente empezara a salir de forma ordenada y tranquilamente. David se acercó al vigilante que había estado al lado de la zona vallada debajo del escenario y le dijo que tenía que retener a los de las chicas que estaban allí dentro y se las señaló.
De modo que, cuando las otras tres chicas que habían estado allí se fueron y Karen y Nöel fueron a salir, vieron que nada más ni nada menos que el manager del grupo que tanto adoraban les estaba reteniendo un poco más que a los demás. Se quedaron al lado de él, mirándose expectantes a la espera de que les contara el motivo por el que las tenía retenidas.
-       Hola, soy David, manager de… - se presentó tendiéndoles la mano,
-       Sabemos perfectamente de quién eres manager – le contestó Karen estrechándole la mano -. Estamos aquí, en su concierto. Yo soy Karen.
-       Nöel – se presentó la otra cuando le llegó su turno -. Encantada.
-       Igualmente. Veréis, la cuestión es que los chicos os vieron ayer en la piscina y les llamasteis la atención…
-       ¿Cuáles chicos? – preguntó Karen, emocionada.
-       Pues… Bill y Tom – respondió David divertido cuando las dos chicas se miraron, se cogieron de las manos y soltaron unos grititos agudos.
-       ¡Creo que estoy hiperventilando! – suspiró Nöel.
-       ¡Hiperventilando! – se rió su hermana -. Yo acabo de correrme.
-       ¡Karen! – protestó Nöel, abochornada, mirando a David de soslayo.
-       La cuestión es… - riendo. Le caían bien aquellas chicas – que quieren conoceros y les gustaría saber si os quedaríais un poco ahora a charlar con ellos.
-       ¡Aaaah, s…! – fueron a contestar ellas pero el móvil de Nöel empezó a pitar, avisándole de que tenía un mensaje.
La chica lo cogió y vio que era de su hermano. “Cuánto os falta? Os estamos esperando a la puerta. Ilya” rezaba el mensaje. Al leerle, la gemela pequeña se lo pasó a la mayor con cara de culpabilidad para que ésta también lo leyera. Karen soltó una maldición mientras le devolvía el aparato.
-       No podemos – le contestó Nöel con pesar -. Le prometimos a nuestro que hermano (Que por cierto, ya nos está esperando fuera), que nada más terminar el concierto nos iríamos con él de vuelta al hotel.
-       A veces odio que sea tan sobre protector – se quejó Karen, pero corroboró las palabras de su hermana asintiendo.
-       ¿Y cuánto os vais a quedar? – tanteó el hombre.
-       Nos vamos mañana por la mañana – contestó Karen.
Los tres se miraron, Nöel y Karen con tristeza y David con pesar, ya que le caían bien las chicas y le parecía bien que conocieran a los chicos. Entonces al manager se le ocurrió una idea y se le iluminó el rostro con una sonrisa. Las dos chicas le miraron esperanzadas.
-       Había decidido ir con los chicos de vacaciones a una ciudad del norte – les comentó -. San Sebastián creo que se llamaba. Podríais ir allí de vacaciones durante un tiempo. Si necesitáis un hotel, os lo pagar… - el hombre se fue callando al ver las caras de asombro que tenían las gemelas -. ¿Qué?
-       Esto es demasiado – dijo Karen mientras se dejaba caer al suelo y se quedaba allí sentada con cara de shock.
-       ¿Qué le ocurre? – preguntó David a Nöel, asustado.
-       Es que… verás – dijo la joven con una sonrisa tímida -, nosotras vivimos en San Sebastián.
Esta vez el que se quedó con cara de shock fue David. Demasiadas coincidencias en tan poco tiempo. Algo raro tenía que estar pasando, aquello no era normal. Pero decidió no preocuparse de ello por el momento y aprovechar la suerte que tenían.
-       Perfecto entonces – sonrió -. Dadme por favor vuestra dirección, número de teléfono y correo y me pondré en contacto con una de vosotras cuando pueda.
-       Te daré los míos – rió Nöel mirando a su hermana que todavía no reaccionaba -. Karen está un poquito asombrada.
Intercambiaron datos y se despidieron con la promesa de ponerse en contacto pronto. David se alejó hacia los chicos mientras Nöel ayudaba a su hermana a ponerse de pie y se dirigían hacia la salida acompañadas por un vigilante. 
Los chicos vieron llegar a David solo y sus caras compusieron muecas tristes, que se cambiaron por unas de esperanza cuando vieron la sonrisa que traía y el papelito que llevaba sujeto fuertemente en una de las manos.
-       ¿Dónde están? – preguntó Bill, ansioso -. ¿Por qué no han venido? ¿Y esa sonrisa.
-       Si no me cortáis os lo explico todo – los cuatro asintieron y él empezó a hablar -. No se pudieron quedar porque su hermano les esperaba pero, tranquilos, las veréis. Había pensado llevaron a una ciudad llamada San Sebastián de vacaciones después del concierto de Barcelona y… resulta ser que ellas viven allí. Nöel me ha dado su dirección, número de móvil y correo y me pondré en contacto con ella pronto.
-       ¡No! – soltó Tom sin poder creérselo -. Aquí está pasando algo raro. Todas estas coincidencias, esta suerte…
-       Pues por una vez no te quejes y alégrate – rió Gustav.
Así que los chicos, se quedaron con la esperanza y la ilusión de que sabían que pronto conseguirían conocer a aquellas chicas tan misteriosas. 

Ilya

El joven que estaba sentado al lado de su mujer en el capó del coche vio cómo sus hermanas se acercaban con dos enormes sonrisas en los rostros. Se alegró  de que pareciesen haberlo pasado bien.
-       ¿Qué, os ha gustado? – les preguntó cuando llegaron al lado de ellos.
-       Yo todavía estoy en el limbo – musitó Nöel, soñadora.
-       Ha sido el mejor concierto del mundo – rió Karen -, pero algo me dice que las sorpresas no han terminado todavía – dijo intercambiando una mirada cómplice con su hermana.
Ilya las miró con suspicacia pero éstas se limitaron a alzar los hombros y sonreís todavía más mientras se metían en los asientos traseros del coche y se ponían en marcha hacia el hotel. El joven negó con la cabeza mientras conducía… “Un día de éstos conseguirán que me dé un infarto” pensó mientras se alejaban del estadio de fútbol sin mirar hacia atrás...