Este blog le gusta a...

viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 3


David
El manager del famoso grupo alemán Tokio Hotel zapateaba contra el suelo del aeropuerto con impaciencia. En una de las estaciones les esperaba el jet privado que los iba a llevar hasta Madrid, donde tenían un concierto dentro de tres días. Pero una vez más, los chicos llegaban tarde. En el tema de la música y todo lo demás eran geniales, pero con los horarios, estaban más despistados que una brújula dentro de una lavadora.
Se imaginaba cómo podía ser la situación en aquel momento. Georg y Gustav estarían aporreando la puerta de Bill de la habitación del hotel de Suiza en el que estaban alojados en aquel momento. El cuarto contiguo sería el de Tom, ya vacío y con un maletón esperando en la puerta mientras él se había metido en la habitación de su gemelo y le metía prisa a gritos.
Podía ver el ceño fruncido de Bill mientras metía la ropa de forma no muy ordenada en su maleta y gritándole a pleno pulmón a su hermano que lo dejara en paz mientras se pasaba la mano por el pelo suelto nervioso de vez en cuando. Tom estaría repantingado en el sofá viendo algún programa salido de tono en la tele, enojando más a Bill. Y entonces Bill dejaría de hacer su maleta, se pondría delante de su gemelo y empezaría a gritarle más todavía.
Pero tenía que admitir que ya estaba acostumbrado. Tenían aquel numerito, sino siempre, la mayoría de veces que se preparaban para viajar a otro lugar. Lo que tenían de bueno es que “sólo” llegaban dos horas tarde, normalmente. Los pilotos de los aviones en los que tenían que viajar habían aprendido de experiencias de otros que con aquel grupo siempre tenían que ser pacientes y esperar antes de que pudiesen despegar para partir hacia su destino.
Ya llevaban hora y media de retraso, por lo que no deberían tardar mucho en llegar. Y como si un hada misericordiosa hubiese oído su ruego, los chicos aparecieron al principio de la terminal. Iban rodeados de quince guardaespaldas por lo menos. Justo en medio, iban los cuatro chicos, y ¿cómo no? Bill y Tom llegaban discutiendo. Con una pizca pequeñísima de curiosidad, se preguntó por qué estarían discutiendo aquella vez, aunque la mayoría de las veces solía ser el mismo tema. Pero sus dudas enseguida se disiparían y acabaría harto de ellos por un rato, como siempre.
-       … en tus problemas! – venía gritando Bill.
-       ¿Quién te ha dicho que mis problemas no sean los mismos que los tuyos? – le retó Tom.
-       No lo creo, porque yo por lo normal no tengo problemas – decía Bill -. Eres tú el causante de ellos cuando vienes a donde mí intentando solucionar los tuyos.  
-       Pero tú como buen hermano deberías ayudarme a solucionarlos – prosiguió Tom, justo cuando llegaron al lado de David.
-       Pero es que estoy harto de esos problemas – se quejó Bill.
-       Que te pida ayuda para cortar con una chica no es tanta cosa – replicó el otro.
-       A diferencia de ti, querido hermano – ironizó el más joven -. Yo no voy rompiéndole el corazón a una chica cada vez que hacemos una parada en un país para un concierto.
-       No a todas les rompo el corazón – protestó el mayor -. Algunos vienen a por mí para lo mismo que yo las quiero… sexo.
-       No te atrevas a hablar de algo tan importante de forma tan vulgar conmigo – le pidió Bill y le dio la espalda para ignorarle.
-       ¿Qué ha pasado esta vez? – suspiró David.
-       Es que Bill…
-       Es que Tom… - los dos lo dijeron a la vez y se quedaron mirándose con furia asesina.
-       Tom me ha venido esta mañana, cuando ni siquiera había despertado – empezó a contar Bill – y me ha dicho que yo tenía que echar de su habitación a la chica con la que se acostó anoche. Porque ella no dejaba de llorar y decía que no aguantaba ver a la chica llorando un solo momento más.
-       Cada vez que intentaba decirle que se tenía que ir – se quejó Tom – se pegaba a mí como un pulpo a sus bolsas de tinta y no dejaba de pedirme que me la trajera.
-       No me puede pedir algo así cuando yo tengo que empezar a prepararme – dijo Bill -, y encima el problema es suyo.
-       ¡Pero él como hermano debería ayudarme con mis problemas!
-       ¿Cuándo me has ayudado tú a mí con…?
-       ¡Basta! – soltó David de golpe haciendo que todos se quedaran mirándole -. Me dan igual a esta altura vuestras rencillas. Arreglaos como queráis. Pero ahora, hora y media más tarde de lo que habíamos quedado, tenemos que tomar un jet e irnos a Madrid. Así que, andando.
Les dio la espalda y empezó a andar por aquellos pasillos de quita y pon que te llevaban directamente a la puerta del avión. Los gemelos volvieron a lanzarse miradas asesinas pero luego los siguieron con Gustav y Georg por detrás, que a su vez eran seguidos por cuatro guardaespaldas que volarían con ellos.
Los gemelos se enfurruñaron y se negaron a mirarse durante el rato que subían al ascensor y lo que duró la primera hora de viaje. Tom decidió ponerse al lado de Georg y estuvieron hablando entretenidamente todo el rato, a pesar de que el guitarrista echaba de vez en cuando miradas furtivas a su hermano que estaba sentado al lado de Gustav. Parecía que estaban hablando apasionadamente sobre un tema muy importante, porque a los dos se les veía muy enfrascados en la conversación.
A Tom le dieron celos posesivos. A pesar de que se peleaba mucho con su hermano y decía siempre que él era el culpable de todo, la verdad es que pensaba en Bill casi más que en nadie en el mundo. Pasaba todos los días al lado suyo y creía que siempre podía contar con él, pero en momentos como aquel se daba cuenta de que si hacía enfurecer mucho a su hermano, éste le podía mandar al diablo e irse con cualquier otra persona a pasar el rato.
Entonces tomó una decisión que con cualquier otra persona no habría tomado, sólo su hermano tenía el privilegio de lo que iba a hacer en aquel momento. Se levantó de su asiento dejando a Georg con la palabra en la boca y se acercó a Bill. Georg, viendo a dónde se dirigía, en vez de enojarse y sentirse ofendido, sonrió con comprensión.
-       Bill – lo llamó Tom cuando llegó al lado de su gemelo.
-       ¿Qué quieres? – le preguntó Bill, todavía enfadado, sin girarse del todo hacia él.
-       Yo… verás es que… - le costaba un poco empezar pero al final lo soltó -. Lo siento.
-       Tonto – rió mientras se levantaba y se quedaba a la par de su hermano -. Yo también siento haber reaccionado de forma tan exagerada.
-       Los dos somos unos tontos – aceptó Tom rascándose la nuca, arrepentido.
-       Sí.
Y dicho esto, los dos se fundieron en un fuerte abrazo. David sabía que dentro de dos minutos estarían otra vez discutiendo levemente sobre cualquier tontería, pero en aquel momento la discusión importante ya estaba arreglada. Sonrió para sus adentros y volvió a alzar el periódico que estaba leyendo. Un artículo había llamado su atención. En una ciudad llamada… San Sebastián ponía en el periódico, pero no sabía cómo se pronunciaba aquello, habían encontrado a un pescador en la orilla de una playa. Un pescador que dos días antes habían dado por muerto. El pobre hombre parecía haberse vuelto loco porque contaba que un ser con cola de pez del tamaño de un humano lo había sacado del agua.
“Seguro que a los chicos les gustaría pasar allí las vacaciones” pensó. Al fin y al cabo era una ciudad muy pequeña, y al parecer era muy recurrido y turístico. “Después del concierto en Barcelona, que es la última ciudad de la gira, haré que vayan ahí para descansar durante un par de semanas. Se lo han ganado”
Y a los veinte minutos después, tal y como había previsto David, los gemelos estaban otra vez afilando sus lenguas. Era ley de vida. Pero esta vez no le interesó lo más mínimo lo que fuera de lo que había surgido la disputa. Sonrió y pasó a la última página del periódico, dispuesto a olvidarse de las rencillas de los chicos durante la siguiente hora en que tardarían en llegar al aeropuerto.
***
Una hora después aterrizaban limpiamente en el aeropuerto Barajas de Madrid, con una hora más de día. A los cuatro guardaespaldas que habían viajado con ellos se unieron los demás y se fueron abriendo paso hasta los coches que los esperaban para llevarlos al Hotel Ritz que quedaba cerca de un lugar llamado “El Retiro” que David pensó que podrían visitar alguno de esos días en los que estarían por allí si no tenían mucho trabajo ensayando. Aparte tenían que dar una entrevista en un programa que por allí debía ser bastante famoso llamado “el Hormiguero”.
David había investigado sobre aquel programa de televisión cuando los llamaron y había visto unos vídeos en YouTube. Habían ido más famosos, cantantes también, como los Jonas Brothers, Miley Cyrus, Alexa Dixon, Kesha… No les vendría mal un poco más de publicidad en aquel país.
Montaron en los todoterrenos que les esperaban y se fueron directos al hotel de lujo que les esperaba ansioso. No siempre venían huéspedes que aparte de pagar el precio de unas cuantas noches podían dejar una generosa propina. Ellos, eran maestros del márquetin y eran capaces de sacarles dinero al más pobre.
Pero, obviamente, David tenía mucha experiencia en aquellos temas y no pensaba ceder un ápice. De modo que cuando llegaron y el portero les recibió con un cordial y respetuoso “Bienvenidos señores”, seguido de unas cuantas alabanzas, no se dejó impresionar.
En la recepción les atendió una mujer bonita pero ya entrada en los treinta que vestía el uniforme del hotel y se dirigió a ellos con el mismo respeto que minutos antes había demostrado su compañero de trabajo. Les dio las tarjetas que hacían de llave para las habitaciones y en cosa de media hora ya estaban todos acomodados. Los chicos se prepararon porque David les avisó que tenían que ir al estadio donde darían el concierto para hacer una prueba de sonido y así se quitaban de encima en tener que estar pendientes de hacerla. Por lo que volvieron a coger los todoterrenos y se pusieron en marcha hacia el Vicente Calderón.

Bill

Bill miraba extasiado por las ventanillas tintadas del coche y veía pasar los edificios altos, grises y aburridos uno tras otro. A los demás les importaba menos ver cómo era la ciudad en la que estaban y charlaban animadamente entre ellos.
Él ya había estado en muchas ciudades antes, y la verdad es que no gran cosa le llamó la atención sobre ésta en particular. Vería sucederse los mismos edificios uno tras otro, con igual monotonía.
Pero por lo menos prestó un poco de atención a lo que lo rodeaba, no como sus compañeros, que estarían hablando de alguna modelo famosa, rica y guapa. Bill eso era lo que no entendía. Todas las modelos que había conocido él tenían el cerebro más pequeño que el de un mosquito.   
Pero no tuvo más tiempo para preocuparse por ello, porque al fin, tras unos buenos veinte minutos atravesando la ciudad, llegaron a aquel estadio de fútbol que había leído que se llamaba Vicente Calderón, ¡a saber cómo se pronunciaba aquello!
Bajaron por turnos del coche y los gemelos no pudieron evitar chincharse un poco entre ellos. Cuando dejaron de decirse tonterías, echaron los cuatro el cuello hacia atrás para ver la altura de aquel estadio. El edificio en sí era bastante espectacular, pero no les hacía especial ilusión tocar en un campo de fútbol. Podría decirse que ninguno de ellos era muy partidario de practicar o ver ese deporte, o cualquier otro en general.
Unos guardias que cuidaban la entrada intercambiaron algunas palabras con algún que otro guardaespaldas en inglés y después les dejaron pasar. Lo bueno que tenía el haber hecho aquel viaje en secreto (Habían avisado de forma oficial, o básicamente a la prensa, que llegarían a Madrid un día antes del concierto, por lo que por ahora no los acosarían) era que no tenían a un montón de periodistas encima agobiándoles e intentando sacarles preguntas de la piel a base de tenazas.
Les hicieron pasar y los chicos se quedaron asombrados con lo grande que podía llegar a ser un campo de fútbol, y no precisamente el principal de la ciudad, ya que era muchísimo más conocido el Bernabéu. Por lo que Bill había oído el Campo Nou era mucho más grande que aquel, cosa que estando en ese momento allí le parecía difícil de creer.
-       Bien chicos – se dirigió David a ellos cuando llegaron al pie del escenario que estaba colocado en uno del los extremos del campo de césped -. No nos alargaremos más de una o dos horas. No deis problemas.
-       Nunca los damos, Dave – rió Tom.
-       Precisamente no eres el más adecuado para decir eso – comentó el mánager irónico -. Vuestros instrumentos están encima del escenario.
-       Hecho – dijeron los cuatro a la vez y se dirigieron a la parte trasera del escenario, donde había unas escaleras que les permitirían subir hasta el entarimado.
Subieron a la tabla donde todo el equipo estaba montado junto con el jefe de sonido, que les indicó que debían tocar todo el rato, y que su equipo se encargaría de sacarles el mejor sonido que pudieran y que siguiesen tocas sus instrucciones.
De modo que, cada uno se posicionó en su sitio, cogió su respectivo instrumento y en el caso de Bill el micrófono y atacaron la canción Monsoon. Mientras tanto, David estaba en las cabinas de los comentaristas, desde allí estaban mirando a las pantallas de grabación de varias cámaras que grababa todo lo que los chicos hacían y hablaba con el jefe de grabación los ángulos que usarían y el matiz y los tonos que se podían mejorar. A los dos lados del escenario, habían colocado dos pantallas enormes donde enseñarían planos más cercanos de los chicos mientras cantaban.
            Abajo las cosas iban muy bien y con fluidez, los trabajadores estaban contentos de que aquel fuese un grupo fácil con el que trabajar, porque les había quien no podía aguantarlos.
-       Bien Tom, ahí la guitarra está perfecta – le dijeron al chico a través de un pinganillo – pero Georg, dame un poco más de bajo, sólo un poco más.
-       ¿Así? – preguntó Georg tras girar un poquito la ruedita del volumen de su bajo.
-       Sí, ahí genial – le contestaron.
-       Yo no me oigo – avisó Bill -. Me tapa un poco la batería.
-       Captado – le respondieron -. No hagas nada Gustav, de eso ya nos encargamos nosotros desde aquí.
-       Vale – aceptó el chico, mientras seguía dándole a la batería con todas las ganas del mundo.
Los trabajadores apuntaban posiciones y volúmenes que tendrían que mantener el día del concierto en unos cuantos folios. Como ya habían controlado aquellos instrumentos les pidieron que cantasen Komm, para encargarse de la música tecno y después World behind my wall, para poner a punto el piano.
-       Bill – llamaron al cantante durante un descanso -. Tenemos una grabación de los coros. Creemos que igual estaría mejor si los ponemos, ¿tú qué crees?
-       Me parece perfecto – respondió el chico -. Siempre he pensado que los conciertos quedan un poco vacíos y es porque faltan los coros. Llenan mucho y dan vitalidad.
-       Entonces cantad Sonnensystem para terminar y nos encargaremos de eso tan bien – acordaron los de la caja de sonidos.
-       Vale – Bill se volvió hacia los demás -. Venga chicos, Sonnensystem y al hotel a hacer el vago.
-       ¡Sí, el vago! – rió Tom, lanzando el puño al aire mientras su gemelo sacudía la cabeza, divertido.
Tom
Cuando terminaron las pruebas de sonido, con las que David y los chicos habían quedado raramente satisfechos, se volvieron a meter en los todoterrenos que les esperaban el una especia de sala que les había permitido usar como parking y pusieron marcha hacia el hotel.
Tom esta vez iba un poco más distraído y miraba por la ventana sin prestar mucha atención a lo que le decía Bill, que estaba entusiasmado con eso de que hubieran añadido los coros en un concierto.
-       ¡Es genial! – decía emocionado -. Ahora todo está completo y el sonido es más… - hizo aspavientos con las manos sin encontrar la palabra perfecta.
-       …acústico – le sugirió Tom con desgana.
-       ¡Sí! ¡Eso es! – y entonces se dio cuenta del estado de su hermano -. ¿Qué te pasa?
-       No lo sé – dijo mientras se frotaba en pecho -. Tengo una rara sensación aquí. Como que algo va a cambiar pronto.
-       Ya – afirmó Bill, rascándose la cabeza, contrariado -. A mí me pasa lo mismo.
-       Bueno – dijo el guitarrista sacudiendo los hombros -. Mejor quitarse de encima las malas vibraciones que dentro de nada tenemos que dar el mejor concierto del mundo.
-       Así se habla, hermanito – y chocaron las manos antes de girarse para hablar con los demás del grupo...

2 comentarios:

  1. pues que cambie pronto ya!! xdd
    quiero que se conozcan!!
    cunado se conocerán???
    un beso!!cuidate!

    ResponderEliminar
  2. muy muy bueno!
    me gusta que al contrario de muchas fics, tu la llevas tranquila. generalmente en medio del segundo cap ya esta alguien gustando de alguien, pero aqui no, y eso me gusta!
    y sabes? siento que ahora redactas mejor ;)

    saludos!

    mac

    ResponderEliminar