Karen y Nöel
El tiempo había pasado volando y ya estaban preparadas para irse de viaje a Madrid. Como ya tenían que pagar el hotel y el concierto, habían decidido ir conduciendo hasta la ciudad. Es verdad que eran más de cinco horas de viaje, pero para algo habían madrugado.
Finalmente habían decidido pasar dos noches en Madrid, así el tiempo que les sobrara del primer día y la mañana del segundo la podían pasar visitando la ciudad, porque nunca habían estado allí.
En aquel momento estaban en el garaje. Ilya y Alazne irían en el coche del primero, y tras muchas protestas y peticiones, Karen y Nöel habían conseguido que sus padres accedieran a dejarlas ir en su coche. Estaban subiendo las mochilas de deporte al maletero, que habían llenado con ropa y lo necesario para dos días, incluyendo bañador, porque el hotel al que iban tenía piscina.
- ¿Habéis cogido muda (N.A.= Ropa interior) suficiente? – les preguntaba Anastacia dando los retoques de última hora -. ¿Y en el neceser lleváis todo lo que necesitáis? ¿Lleváis toallas para la piscina?
- Sí, ama – suspiró Karen con paciencia -. Lo tenemos todo, aunque no hacen falta toallas para la piscina, esas también te las proporciona el hotel.
- ¿No se os olvida nada? – preguntó por enésima vez.
- No, ama, tranquila – rió Nöel, más comprensiva que su hermana -. Además Ilya y Alazne vienen con nosotros. Ellos cuidarán de que no nos falte nada.
- Portaos bien – les aconsejó Aleksandr -. Sobre todo tú Karen.
- Aita, si yo soy un cielo – medio protestó, medio rió su hija mayor.
- Sí, sí – rió su padre -, entonces pórtate como tal.
- Me portaré bien, tenéis mi palabra – respondió la chica, solemnemente luego abrazó y besó a sus padres y se metió en el asiento del copiloto.
- Hasta dentro de tres días – se despidió Nöel -. Os llamaremos todos los días y hoy nada más llegar.
- No os olvidéis – pidió su madre, un poco preocupada -. Pasadlo bien.
- Lo haremos – respondió ella mientras se metía en el asiento del conductor.
Ilya arrancó su coche y salió del garaje seguido por su hermana pequeña. Se pararon un momento para despedir con la mano a sus padres y luego se pusieron en marcha a la capital.
- Todavía no sé porque he accedido a que conduzcas tú – gruñó Karen.
- Porque tanto tú como los aitas e Ilya saben que conduzco con más precaución que tú – rió Nöel.
- Odio cuando tienes razón – refunfuñó la mayor.
- Lo sé – fanfarroneó su hermana.
- Vamos a ver a Tokio Hotel en directo – dijo en aquel momento Karen emocionada, olvidándose de su enfado -. Los vamos a ver Nono.
- Sí, Kara – sonrió Nöel -, lo sé. Yo también estoy muy emocionada.
- Y vamos a estar unos cuantos días cuidándonos nosotras mismas. Nos han dado un poco de independencia – celebró Karen -. ¡Eso mola! – y le dio un golpe en el brazo a su hermana.
- ¡Karen! – se quejó la pequeña -. Cuidado, que estoy conduciendo.
- Ups, perdón – se disculpó su hermana -. Mejor me estoy quieta que si no hago que tengamos un accidente y no veo nunca a mis chicos.
- Eso – corroboró Nöel -. Tú piensa así y seguro que no nos pasa nada.
- No te distraigas tú con algún conductor guapo – la retó Karen.
- Si se distrae alguien con un conductor guapo serías tú, y volverías a pegarme en el brazo – negó Nöel.
- Tienes razón – las dos rieron, tranquilas y alegres.
Condujeron durante dos horas y media seguidas, por lo que ya habían hecho medio viaje. Eran las diez de la mañana y pararon en una estación de repostaje para desayunar y luego seguirían el camino.
Aparcaron un coche al lado del otro y se juntaron para entrar los cuatro juntos en el bar restaurante que anunciaba un desayuno que incluía café o cola-cao con un zumo, una pieza de fruta y un poco de bollería por 5,50€.
- ¿Cómo va, Nöel? – le preguntó Ilya.
- Bien, excepto cuando Karen me da un manotazo cada vez que ve a un conductor que según ella está para “una sesión de pilates xxx” – rió la chica.
- ¡Karen! – la riñó su hermano -. Sabes perfectamente que no debes distraer a Nöel cuando va conduciendo. Puede ser peligroso.
- Lo decía en broma – se quejó Karen -. No he hecho eso en ningún momento.
- Es verdad – dijo Nöel -. Simplemente es que nada más salir me ha pegado una manotazo ilusionada porque vamos a ver a Tokio Hotel y le he pedido que no lo vuelva a hacer y ella me ha pedido que no me distraiga con un conductor guapo.
- Pero por lo demás, ¿bien, no? – les preguntó Alazne -. ¿Estáis cansadas o algo?
- No, voy bien – respondió Nöel -. Karen se ha pasado el viaje hablando por teléfono. Al parecer estaba cancelando unos planes con unos amigos que no sabían que íbamos a venir a Madrid.
- ¡Cómo no, Karen siempre deja las cosas para el último momento! – suspiró Ilya.
- Deja de darnos la tabarra y vamos a desayunar – pidió Karen -. Me estoy muriendo de hambre.
Y sin comentar nada más, se metieron en el bar-restaurante y pidieron cuatro desayunas a la camarera que les atendió. Después de desayunar y de que las chicas le pusiera gasolina al coche porque el depósito lo tenían medio vacío, retomaron el camino y empezaron el último trozo de camino que les llevaría hasta la ciudad.
Karen estaba cada vez más nerviosa y Nöel vio por el rabillo de los ojos cómo empezaba a estrujarse las manos. Y entonces vislumbraron la ciudad a lo lejos. Un tumulto de altos edificios entre los que se intercalaban algunos rascacielos. Una masa enorme y gris que estaba cubierta por una burbuja de humo negro por la contaminación.
A las chicas les llamaron la atención cuatro de los rascacielos que desde la carretera que iban ellas se veían a la derecha de la ciudad. Eran los más altos de la ciudad y estaba muy cerca entre ellos.
- Fíjate – dijo Nöel -, ese tiene forma de pintalabios, y ese otro de cohete.
- Y los otros dos pareces un mondadientes y unas cajas – rió Karen.
- Inconfundibles y con nombre – rió Nöel.
- Estamos a punto de llegar, Nöel – comentó Karen un poco ansiosa.
- Sí – la pequeña no sabía qué decir, estaba igual de emocionada que su hermana.
Al cabo de los veinte minutos habían llegado a los pies de la ciudad y se adentraban entre sus calles de edificios muy altos y tiendas de ropa y complementos de hombre y mujeres por todos los lados. Todos en perfecta sucesión. Tienda, edificio, edificio, edificio, tienda, restaurante, tienda, edificio…
Tras callejear un poco por la calles y con Ilya señalándoles cosas a través del manos libres, llegaron al hotel en el que se hospedarían por dos días, ya que al tercero saldrían temprano de vuelta a San Sebastián. Un guardia les dejó pasar al parking subterráneo del hotel y tras aparcar los coches en las plazas que les correspondían, subieron a recepción para que les indicaran cuales serían sus habitaciones.
Subieron al cuarto piso y les tocaron las habitaciones 416 y 417, que eran contiguas y tenían una puerta que las conectaba. Decidieron que desharían las maletas y luego se irían a dar un paseo por el Retiro, que quedaba bastante cerca de allí. Luego irían a comer a algún restaurante y después volverían al hotel para pasar la tarde tomando el sol en la piscina y bañándose.
Quince minutos después se juntaron fuera de las habitaciones, y los cuatro juntos, se fueron andando hasta el Retiro. Las gemelas miraban a todos los lados, asombradas de ver tanto edificios tan altos y tantos comercios de los que entraba y salía un montón de gente. Llegaron al retiro que era un espacio verde en mitad de aquel centro urbano. Lo pasaron bien dando un paseo en barca y viendo los músicos, bailarines, pintores… y cualquier otra persona que intentaba conseguir dinero mostrando sus habilidades.
Salieron del parque poco antes de las dos y se fueron a un restaurante italiano llamado Ginos donde pidieron pizza y pasta para comer en un ambiente tranquilo y relajado mientras comentaban qué podían hacer a la mañana siguiente antes de que Karen y Nöel se fuesen a hacer cola al estadio de fútbol.
Poco antes de la cuatro terminaron de comer y volvieron a su hotel. Subieron aprisa a sus habitaciones porque hacía un calor achicharrante. Se pusieron rápidamente los bañadores y bajaron a la piscina, dispuestos a ponerse morenos y refrescarse un poco dándose un baño. Alazne e Ilya se fueron directamente a darse un baño, mientras las gemelas, tras haberse dado crema con protección solar, se tendieron en un par de hamacas cerca del borde de la piscina y se tumbaron para tomar el sol.
Bill y Tom
Tenían un rato libre por lo que decidieron ir a visitar a su amigo Andreas que estaba hospedado en un hotel cerca del suyo. Se pusieron bañadores-bermudas y unas camisetas del algodón de manga corta para disimular sus distintos estilos que los harían reconocibles en cualquier parte del planeta. Llevaban gorras y gafas de sol enormes para que no fuera fácil reconocerles (N.A= Sé que es un poco imposible que nadie les reconozca, pero para algo esto es sólo una historia).
Dejaron a Gustav y Georg haciendo el vago en su propio hotel mientras ellos se dirigían al de Andreas. Consiguieron llegar sin ningún altercado hasta el hotel, sin que ningún paparazzi o fan loca los reconociera. Cuando llegaron se fueron directamente a la piscina, donde habían quedado con su amigo.
Se acercaron hacia allí y lo vieron esperándoles guardando unas hamacas para los tres. Cuando los vio llegar, les hizo gestos con las manos de que se acercaran y se tumbaran al lado de él.
- ¿Qué tal, tío? – saludó Tom mientras le apretaba la mano y miraba a su alrededor.
- Bien, ¿y vosotros? – les preguntó el chico a los gemelos.
- De lujo – suspiró Bill mientras se sacaba la camiseta y se tiraba en la tumbona (N.A.=Todavía no tenía el tatuaje del costado y el de la cadera lo tapaba el bañador. En el brazo se había puesto una tela que disimulaba su tatuaje de demanda de libertad a pesar de que parecía que no llevaba nada).
- Sí, David no nos está haciendo ensayar mucho porque las cosas van muy bien y tenemos un montón de tiempo libre que no sabemos ni cómo usar – contó Tom mientras paraba su mirada en dos chicas iguales que estaban tumbadas un poco más allá de Bill -. Veo que te has cogido un hotel donde hay un montón de bellezas.
- No empieces – gimió Bill.
- Tranquilo, hermanito – rió Tom -. Esta vez también hay para ti. Mira a tu izquierda y verás dos chicas iguales.
- ¿Son gemelas como nosotros? – a Bill le emocionaba siempre que veían a algún gemelo -. Es la primera vez que nos cruzamos con chicas gemelas – se incorporó y miró a su izquierda para ver a las chicas.
Y entonces vio a Karen y Nöel que estaban tumbadas un poco más allá de ellos tomando el sol. Les parecieron preciosas a los dos. El sol sacaba destellos a sus cabellos pelirrojos y resaltaba sus rasgos finos y delicados. En aquel momento se incorporó una de las dos y se estiró como un gato, atrayendo la atención de los dos chicos a su perfecta y etérea figura. Entonces la chica se giró hacia la otra que estaba al lado suyo y le agitó desde el hombro para despertarla, por lo que parecía estaba dormida.
Cuando se levantó ella, se puso directamente de pie y su puso de puntillas y levantó los brazos lo más alto que pudo mientras bostezaba graciosamente. Ésta tenía el pelo recogido en una coleta que hacía que se marcaran más los rasgos finos de su cara.
Sin duda, las dos chicas eran idénticas, pero Bill consiguió distinguir que una tenía el flequillo para un lado y la otra para el otro. Se giró hacia su hermano y su amigo con la mirada brillante.
- ¡Son preciosas! – exclamó alegre.
- ¿Y si nos acercamos a ellas para conocerlas un poco? – preguntó Tom.
- ¿Estás seguro? – dudó Bill -. ¿Y si nos reconocen?
- ¿Quiere conocer a las primeras gemelas que nos encontramos y que además están como un tren o no? – le retó su hermano.
- Está bien – aceptó Bill y se dispuso a levantarse.
Pero en aquel momento un chico y una chica que salían de la piscina se acercaron a ellas. Los dos parecían mayores que ellas y venían riéndose. Se sentaron a los pies de las hamacas de las gemelas y se pusieron a hablar con ellas animadamente.
Bill y Tom se cortaron un poco al verlas acompañadas y decidieron quedarse donde estaban y observarlas desde lejos. El chico agarró a la que no tenía coleta rodeándole el cuello con un brazo y con la mano que tenía libre le revolvió el pelo. La chica trató de soltarse y empezó a protestar con un mohín enojado en la cara que hizo mucha gracia a los gemelos que miraban todo lo que pasaba atentamente.
Ante las protestas de la chica el chico la cogió en brazos y se lanzó a la piscina con ella sujetándose a su cuello mientras le gritaba amenazas. Su gemela y la otra chica no paraban de reír y todavía se carcajearon más cuando vieron salir a la superficie la cara enojada de la chica e intentó hacerle una ahogadilla al chico, terminando ella otra vez debajo del agua.
- Te mataré, Ilya – la oyeron gritar Bill y Tom mientras volvía a aparecer su cara a la vista.
- Inténtalo Karen, me gustaría verte intentarlo – le retó el chico que respondía al nombre de Ilya.
Bill y Tom se miraron entre ellos. Ilya era un nombre ruso, que debería ser más común en Alemania que allí en España.
- Bueno – comentó Tom -. Ya sabemos el nombre de dos.
- ¿Serán pareja o algo? – se preguntó Bill, interesado.
Pero cuando las otras dos chicas hablaron les llegó enseguida la respuesta y lo equivocada de su teoría.
- Hermanito, sabes perfectamente de lo que es capaz Karen – rió la otra pelirroja.
- Nöel tiene razón, cariño – rió la chica más mayor -. Hasta yo conozco muy bien a Karen.
- ¿Tú también, Alazne? – se quejó el joven -. ¿Es que estáis todas contra mí?
- Claro que sí – respondió la tal Alazne mientras se acercaba a Ilya y le daba un beso -. Es que te odiamos tanto…
- ¡Nono, ven al agua! – le gritó Karen a su gemela -. ¡Está buenísima!
- No me llames así a gritos, parece que te diriges a un personaje de Shin Chan (N.A.=Programa de televisión de dibujos animados no estoy segura de si japonés o chino. El niño es un sinvergüenza enamoradizo) – se quejó Nöel mientras se acercaba a la escalerilla que daba al agua.
- Deja de quejarte Nöel y ven – la amonestó Karen.
- Ya voy, Kara – respondió al otra mientras seguía su ritual de antes de meterse al agua.
- Tú tampoco me digas así en público, parece que dices cariño en italiano – dijo con ironía Karen mientras la otra se mojaba el estómago, el interior de las muñecas y la nuca.
- Y es así, sólo que no te diría cariño en mi vida – rió Nöel mientras se mojaba la cabeza -, sería incesto a lo que nos llevaría que te llamara así.
El cantante y guitarrista de Tokio Hotel seguían divertidos el cambio de palabras que se estaban haciendo las dos hermanas ante la risa de los otros dos. Se habían sentido aliviados al darse cuenta de que el tal Ilya no era novio de ninguna de las dos chicas y que en realidad eran hermanos. Todavía no se decidían a acercarse a ellas porque Ilya y Alazne seguían pendiente de ellas y miraban como en aquel momento, Karen salpicaba a Nöel y ésta protestaba.
- Son muy guapas ¿verdad? – les preguntón Andreas, que miraba cómo sus amigos observaban embobados a las gemelas -. Me las he cruzado antes en el pasillo y me han saludado. Son muy simpáticas.
- ¿Te han saludado? – le preguntó Bill con envidia.
- ¿Las has visto de cerca? – fue lo que preguntó Tom -. ¿Son tan guapas de cerca como de lejos?
- Más – respondió Andreas con una enigmática sonrisa.
- Imposible – refutó Tom.
- Créeme, son más guapas de cerca porque te das cuenta de que son de verdad y no una especie de ninfas que ha creado tu mente – rió Andreas.
- Cómo me gustaría hablar con ellas – se lastimó Bill, mirando con respeto (N.A=Podría ser lo mismo que miedo o precaución) a Ilya y Alazne que estaban todavía sentados en las hamacas viendo cómo se bañaban Karen y Nöel -. Aparte de gemelas… guapas. Eso no se encuentra todos los días – protestó.
- Tranquilo, hermanito – rió Tom al ver la cara triste de Bill -. Algo me dice que si no hablamos con ellas hoy, cualquier otro día podremos hacerlo.
- Mañana no, desde luego – se quejó Bill -. Como es el concierto, David no nos va a dejar tranquilos durante todo el día. Y no sabemos cuánto tiempo se van a quedar alojadas en este hotel.
- Igual nos las encontramos en alguna otra ciudad – aventuró Tom -. Desde luego no tienen el acento que les he oído a las personas de ésta ciudad (N.A=Sé que no saben hablar en castellano, pero supongamos que en esta historia, mágicamente lo entienden y lo hablan xD).
En aquel instante, vieron que las dos chicas salían de la piscina y después de coger las toallas que les tendía Ilya y se las envolvían alrededor del cuerpo, se levantaban los cuatro y se dirigían al interior de hotel. Los gemelos vieron cómo su última oportunidad de hablar con ellas se desvanecía a medida que les veían desaparecer en el recibidor del hotel.
Después de decidir olvidarse durante un rato de las dos chicas gemelas, Bill y Tom se quedaron un rato largo hablando y divirtiéndose al lado de su amigo. Estuvieron hablando de diversos temas y discutiendo diferentes puntos de vista sobre otros.
Finalmente, volvieron a su hotel cuando empezaba a caer la noche. Tras una tarde de conversaciones intrascendentes, los dos volvieron a recordar a las dos chicas que habían encontrado en la piscina y que, a pesar de que todavía no lo sabían, darían mucho que decir en su vida en adelante...
Me gustó muchoo!! :D
ResponderEliminarMac
espera espera...
ResponderEliminaresta noe ra una historia de sirenas??
pues se han metido en el agua y no se han convertido en estas...tal vez sólo lo eligen, no??
bueno, sea como sea así me gusta mucho más :D
que monos los chicos. seguro que no se han encontrado a muchas chicas gemelas y guapas :)
un grnan beso!!
ah!, acuerdate de tu otra fic!!
<333
pff qe...
ResponderEliminarlindO capii ^^'
jeje no se ni
como decirle xD
pff buenO
esta geneal
pff me fascino :D
en verdad qe sii ^^'
awwwww wenu pff
me vOi :D
sube cuando puedas
y me avizas porfa ;)
bbiie :)